Se nos viene encima una nueva campaña electoral, una nueva campaña después de la permanente campaña de desprestigio a la que hemos asistido durante la presente legislatura. Volveremos a oír los mismos insultos que hemos venido soportando, las mismas estupideces por parte de los mismos estúpidos, nuevas propuestas del estilo “y yo tres huevos más” y, sobre todo, lo mal que lo hace el contrario y lo bien que lo voy a hacer yo.
Ahora se añade, de forma descarada, una nueva “fuerza política”: la cúpula de la Iglesia cristiana católica apostólica romana española. Siento, al igual que otros muchos cristianos, una enorme vergüenza; me siento totalmente engañado y surge en mí la necesidad de sugerir a los docentes espíritu crítico y comentar con el alumnado, a la luz de las hemerotecas, bibliotecas, filmotecas y demás “ecas” la veracidad de los argumentos.
¿Recuerdan aquella bonita palabra? HONOR, palabra de honor. No era necesario más, se estrechaban las manos y aquello “iba a misa”. Debe ser que me voy haciendo mayor y esas cosas…
Les recomiendo la lectura de esta carta y… saquen sus propias conclusiones.
¡Qué vergüenza!
CRISTINA UBANI BAZÁN
EL PAÍS – 03/02/2008
CARTAS AL DIRECTOR
Soy católica por bautismo, creyente por opción. En lo primero no tengo responsabilidad; en lo segundo, sí. Soy otras muchas cosas; unas porque así te vienen dadas, otras con total responsabilidad y libertad de elección.
Muy pronto -soy vasca- aprendí que la Iglesia no iba a respaldar mi opción pública de oponerme a ETA, a su terror y a su mundo, aunque haya muchos cristianos, y muchos otros que no lo son, en esa difícil elección. Supe en primera persona y nunca comprendí por qué algunas iglesias se negaban a oficiar funerales por víctimas del terrorismo. Por qué se produjo un mirar hacia otra parte y un silencio cobarde, además de un apoyo explícito al cura, arcipreste de Irún que escondió a dos etarras tras asesinar, argumentando labores morales.
No entendí cómo él, a la sazón, obispo de San Sebastián, ante las quejas de una víctima del terrorismo por su poco apoyo a las víctimas y su actuar melifluo con los asesinos, articuló como toda respuesta un "quién ha dicho que un pastor deba querer por igual a todas sus ovejas". Nunca comprendí cómo nadie salió entonces en defensa de las víctimas, siquiera de ésa en concreto. No recuerdo reacción, airada o no, de ningún miembro de la curia contra los curas que, mezclados entre los partidarios de ETA, gritaban en mi cara y en la de otras muchas personas que se manifestaban en apoyo a las víctimas "Gora ETA militarra".
No recuerdo, ni a éste ni a otro miembro de la Conferencia Episcopal, tomando medidas contra Herria Eliza 2000, grupo constituido en su totalidad por curas vascos que apoyan públicamente al mundo de ETA. De hecho, no recuerdo ninguna víctima de ETA que sea sacerdote, sin embargo, recuerdo muchos miembros y simpatizantes del partido al que no hay que votar (también recuerdo muchos del partido al que sí).
Conozco curas vascos comprometidos en público y privado con las víctimas, algunos de ellos condenados por sus obispos al silencio público en temas del terrorismo.
No me imagino a este cura mirando a la cara a las víctimas del terrorismo, cuyos familiares fueron asesinados por el único "delito" de ser del PSOE, diciéndoles que no es ético votarles. Creo que no debería ser capaz de decir a gente como yo, que voluntariamente vamos a votar al PSOE, que mi actitud no es ética. Porque en cuanto al terrorismo se refiere, muy señor mío, no es usted quien.
La Iglesia, dice usted, no callará voluntariamente. Debiera hacerlo en este tema por vergüenza torera y si no por "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra".
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