
Hirsi Ali, ex diputada liberal holandesa
J. M. MARTÍ FONT
EL PAÍS - París - 13/02/2008
Ayaan Hirsi Ali, nacida en Mogadiscio (Somalia) hace 38 años, fue diputada liberal en Holanda y ahora vive en una especie de clandestinidad, escondida y protegida. Es una mujer bella y luminosa, de mirada serena. Su crítica radical del Islam y su defensa de los derechos de las mujeres le han valido una condena a muerte dictada por el fundamentalismo islámico. Los detalles de la cita no se revelan hasta el último momento. Sus guardaespaldas, inspeccionan hasta el último rincón de la habitación de un hotel del centro de París. Actualmente lleva a cabo una campaña para que el Parlamento Europeo garantice la protección de quienes se expresan contra la amenaza teocrática que, en su opinión, subyace en la sociedad musulmana.
Pregunta. ¿El Gobierno francés le ha ofrecido la nacionalidad?
Respuesta. Intelectuales y políticos franceses como Bernard Henry Levy, Pascal Bruckner, Rama Yade, Rachida Dati o Fadela Amara, entre otros, han tomado la iniciativa de pedirme que venga a Francia, puesto que los holandeses no toman la responsabilidad de protegerme. No pueden ofrecerme la nacionalidad porque no está en sus manos, pero el presidente [Nicolas] Sarkozy dijo que el problema debía resolverse, a nivel nacional o europeo. El socialista Benoit Hamon, miembro del Parlamento Europeo, ha sometido una moción para que [la protección de quienes están amenazados por los grupos islamistas] se considera un problema europeo. No se trata de Hirsi Ali, sino de la libertad de expresión que afecta a otras personas. El Islam, como fuerza, esta presente en Europa y es un desafío para la libertad de expresión.
P. El Gobierno holandés ha reaccionado a su campaña señalando que ya le protege.
R. Han dicho que me protegerán en Holanda, pero esto es sólo media verdad. Mis vecinos acudieron a los tribunales y en apelación les dieron la razón, sentenciando que yo debía dejar mi casa porque era un peligro para ellos. Entre 2002 y 2006 fui trasladada de domicilio incontables veces. La mía no era la vida de una persona normal. El Gobierno me instalaba en comisarías de policía, en bases militares. Me llevaron a Estados Unidos en secreto en un avión militar y luego me trajeron de regreso a Holanda. El Gobierno me dijo que tenía que vender mi casa porque estaba en peligro. Finalmente me pidieron que siguiera trabajando en las cuestiones sobre las mujeres musulmanas, porque consideraban que si el asunto lo trataba un hombre blanco, serían acusados de machistas y etnocentristas. Me presenté al Parlamento y cumplí mi parte del acuerdo. Estudié el tema y propuse soluciones, muchas de las cuales han sido implementadas por el Parlamento. El Gobierno holandés me dijo, mientas su vida esté en peligro, la protegeremos, no importa como ni cuando. No ha cumplido.
P. ¿Cree que el problema de las mujeres musulmanas en Holanda ha sido aparcado desde que usted dejó el país?
R. La situación no ha mejorado. Holanda tiene un sistema político de representación proporcional. Históricamente tenemos tres grades partidos; el socialdemócrata, el democristiano y el liberal. Estos tres partidos son los únicos que pueden generar un cambio. Ahora están en el poder los democristianos y los socialdemócratas, y ambos siempre han tenido problemas con la cuestión del Islam. Los socialdemócratas porque como que la minoría musulmana es pobre, definen la cuestión como una cuestión de clases; los democristianos, a causa de su cristianismo, no pueden decir que están en contra de las escuelas musulmanas porque defienden las escuelas cristianas. Si dicen que las mujeres musulmanas estas oprimidas, les preguntarán qué pasa con las mujeres cristianas. Y así. Por estas razones ambos han sido incapaces de enfrentarse al problema. El modo como se aborda la cuestión del Islam en Holanda es un desastre y está creando una gran confusión en el país. Yo era miembro del partido liberal y sigo siéndolo. Y creo que esta cuestión solo puede ser abordada por los grandes partidos tradicionales, no por los partidos marginales que surgen en cada elección y que son muy útiles para poner los asuntos sobre la mesa.
P. Usted no distingue entre un Islam moderado y contemporizador y el Islam radical.
R. Yo hago una distinción entre Islam, en cuanto a un conjunto de principios, y los musulmanes como gente. Los musulmanes son diversos. Algunos se convierten a la democracia o quieren integrarse como ciudadanos en las sociedades occidentales; algunos rechazan la democracia y otros toman este rechazo hasta el grado extremo de los ataques terroristas y las llamadas a la jihad. Pero lo que tenemos es una gran mayoría de musulmanes de quienes no sabemos lo que piensan porque no dicen nada. Es este grupo al que hay que influenciar. Pero el Islam, como el conjunto de principios, es muy consistente, muy coherente, muy simple y no es compatible con la democracia liberal. Porque los principios de la democracia liberal toman la vida humana como un fin en si mismo y el Islam dice que sólo si te sometes a los deseos de Dios, tendrás una vida satisfactoria y serás premiado. Los principios democráticos establecen que el hombre y la mujer son iguales frente a la ley, los principios islámicos dicen que la mujer está subordinada al hombre. La democracia liberal dice que los homosexuales y los heterosexuales son iguales ante la ley, el Islam establece que quien practica la homosexualidad debe morir, y así…
P. También la religión católica establece estos principios.
R. Sí, porque la cristiandad tampoco es compatible con la democracia, pero las sociedades cristianas han creado una mayoría que ha establecido la separación entre el estado y la Iglesia, y la religión ya no tiene el poder de castigar a quienes no cumplen sus principios. La Iglesia ha devenido una institución simbólica. En el Islam no tenemos esta separación. Dios es la ley. En el Islam, además, la policía no solo es la del Estado, sino que cada individuo tiene la obligación de imponer el bien y prohibir el mal. Así que, incluso si se llega a un acuerdo con un grupo de musulmanes para separar la religión del Estado, lo divino de lo profano, otro grupo de musulmanes llegará y dirá que no.
P. ¿Cómo analiza usted el debate sobre el velo en Turquía? ¿Democracia frente a laicidad?
R. Primero le haré una observación y luego le daré mi opinión. La secularización de Turquía, que se hizo de arriba abajo, está cambiando y la sociedad se hace más islámica, incluso islamista, de abajo hacia arriba. El partido de Erdogan, era en su origen muy radical y fue reprimido y prohibido por los militares. Cambió de estrategia y empezó por abajo y buscando un consenso popular. Ahora Turquía se está moviendo del secularismo hacia la religión. Mi opinión es que discutir sobre el velo es un error, tanto en Turquía como en Europa; y sobre el burka o sobre el pañuelo o sobre cualquier otra prenda de vestir. No es la cuestión. El verdadero debate es sobre la moral sexual que el velo representa, que no es otra que la mujer es responsable de la sexualidad del hombre. Nosotras debemos cubrir nuestro cuerpo para que él no se excite; debemos permanecer encerradas en casa, para que él no se excite. Esta moral, que pone toda la responsabilidad sobre la mujer, es lo que hay que discutir.
P. ¿Piensa usted que el grueso de la población musulmana de Europa se dirige hacia la separación de la religión y el estado? ¿Se puede hablar de un Islam europeo?
R. Creo que la mayoría de los musulmanes asimilarán los principios de la democracia si tienen el mismo debate que los católicos tuvieron, que no es más que aceptar que sus dogmas son puestos en cuestión y que de estas preguntas se derivan respuestas que no les van a gustar. Para que este proceso sea más fácil, hay que proteger la libertad de expresión, garantizar que si uno expresa su opinión no tenga que enfrentarse a consecuencias terribles, que no se pueda impunemente amenazar de muerte. Hay que proteger la arena en la que se debe producir el debate.
P. ¿A los partidos políticos tradicionales les es rentable tomar posiciones firmes frente a estas amenazas?
R. En el caso de Holanda, tanto los democristianos como los socialdemócratas han acabado dependiendo en determinadas circunscripciones del voto de las minorías musulmanas. En las grandes ciudades el voto musulmán va muy buscado. Holanda se enfrenta a un fenómeno. Cada vez más familias blancas de clase media, que hace ya tiempo que abandonaron las ciudades, ahora están abandonando el país, hacia Australia, Canadá e incluso hacia los países escandinavos. La clase media se va y llega gente pobre con bajo nivel cultural que se instala en las ciudades. Es un laboratorio. En Francia, donde la minoría musulmana aun no vota como tal, esto no tiene tanta importancia. En el Reino Unido es muy difícil, porque durante mucho tiempo los británicos permitieron a los elementos más radicales establecerse allí y publicar escritos que incluso están prohibidos en Egipto.
P. ¿Y en España?
R. La reacción del Gobierno español de retirar sus tropas de Irak después del atentado de Madrid, fue una mala decisión, porque dio la razón a los elementos más radicales. Por otro lado, la mayoría de los inmigrantes magrebies que llegan a España vienen a trabajar en el campo, no tienen el mismo tipo de dependencia de las ayudas y subvenciones estatales que hay en otros sitios de Europa. La población musulmana no tiene ningún impacto electoral.
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