25 enero 2008

De los velos y otras cuestiones


Leo, releo, cada vez con más frecuencia, la lucha soterrada sobre el derecho de la mujer musulmana a usar una de sus prendas tradicionales (hiyab, burka, nikab, shaila o chador, según zonas geográficas) aunque, curiosamente, son muy pocas las plumas femeninas musulmanas que se manifiestan en uno u otro sentido.


También he observado en mi centro algunas masas negras en movimiento a las que, a duras penas, se les podía adivinar unos ojos y que venían a recoger a sus teóricos hijos o hijas; y digo teóricos porque, en verdad, yo no sería capaz de reconocer detrás de tal atuendo ni a mi propio hijo. También en mi centro se puede ver con total asiduidad a chicas musulmanas, de once o doce años, cubiertas con su hiyab hasta en las clases de educación física.


Al hilo de estas lecturas, me vienen recuerdos de infancia y juventud y, hasta, de madurez: los uniformes de los colegios privados de frailes y monjas (incluida la diferencia entre los de pago y los gratuitos), los uniformes de los chicos residentes en colegios dependientes de la falange española (pantalón gris y jersey o chaqueta azul), las negras sotanas de los curas, los negros hábitos de las monjas, los uniformes de determinadas organizaciones de jóvenes, las tunas universitarias, los uniformes militares, los clubes deportivos, las pandillas de época…


Opinan los psicólogos que el ser humano necesita sentirse miembro de un grupo y que el uso de una misma indumentaria le permite reconocerse y sentirse parte de un todo, sentirse importante, sentirse querido, apreciado (creo que algo de esto hay también en las modas del vestido)


El debate se me antoja muy amplio. Creo que entran en conflicto los intereses de los estados, de las diferentes confesiones religiosas (capitales de por medio) y la propia libertad del individuo para decidir su “yo” ante los demás. ¿Y qué decir de la obsesión por la seguridad y la identificación de las personas?


Pero, al margen de posibles debates, quiero manifestar que me gusta observar las reacciones de la cara de la persona con la que hablo (recuerden: “la cara es el espejo del alma), que me gusta adivinar la perfección de un cuerpo y que me gusta contemplar la estética, o no, de la forma de expresarse una persona en su indumentaria.


Ahora les dejo con la lectura de dos noticias ejemplo y referentes al tema:


Holanda prohibirá el 'burka' en escuelas y centros oficiales.

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