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Núm. 3752.
14 de junio de 2007
José Manuel Pérez
He firmado muchos manifiestos, artículos y declaraciones sobre la función directiva, sobre la gestión de los centros educativos, la función docente y, en general, sobre la propia educación. La función directiva debe ser profesional y su gestión autónoma. La función docente, comprometida y con posibilidades de progresión por trabajo y méritos. La educación pública, de calidad e integradora. Parece que gusta oírlo pero si lo presentas a un claustro en un proyecto de dirección, no te votan.
Cuando se trata de aplicar estos principios, pasar de la teoría a la práctica, uno se siente como el Bautista anunciando una buena nueva que no llega; o como Simeón el Estilita. Si bajas a la arena, débil como es uno sin la defensa del grupo, te comen. Todo son obstáculos, inconvenientes y problemas. Las leyes y normas, en vez de allanar caminos y tirar líneas rectas para aplicar aquellas cosas, abren senderos tortuosos e infinitas escapatorias para quienes quieren ahorrarse el billete. La dirección sigue siendo considerada una práctica amateur y el director no tiene autoridad efectiva, ni margen de autonomía. Ningún profesor acepta que cuestionen su trabajo pero al director puede ponerle a caldo cualquiera. La función docente -lo vamos a ver en el Estatuto- es objeto de declaraciones grandilocuentes, pero ni se exige al docente que trabaje todo lo que puede, ni se le valora si trabaja más de lo exigido; no se progresa en función del esfuerzo sino mediante habilitaciones generosas en función de los años. Pasa una generación que creyó que la educación redimía y que se dejó la piel en las aulas y pasillos y los ojos en las pizarras decimonónicas y es sustituida por otra, más escéptica y aséptica, experta en TICs y en técnicas mercantilistas, y ni el verbo encarna, ni pasamos de la teoría a la práctica, ni la educación es de calidad e integradora.
1 comentario:
totalmente de acuerdo , la distribucion de poder admnistrativo en la escuela es primordial , si hay fallas en un puesto puede molestar el trabajo de otros .
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